Tiene en sus manos el proyecto que convertirá a Santander en la primera ciudad inteligente de Europa. Luis Muñoz, catedrático de Ingeniería Telemática de la Universidad de Cantabria, coordina al grupo de cinco investigadores que hará realidad Smart Santander. De momento ya han creado los sensores que se colocarán por toda la capital -habrá 12.000 en un horizonte de tres años- para captar toda la información de la vida diaria de Santander. Un proyecto en el que participan quince instituciones y la Unión Europea, con un presupuesto de 8,6 millones de euros.
- Cómo va a cambiar este proyecto la ciudad?
-Santander se convertirá en un escenario de pruebas a nivel mundial, será un gran laboratorio para poder hacer experimentos de servicios y tecnológicos.
- Puede poner un ejemplo?
-Ahora mismo el control de tráfico en la ciudad tiene una parte automatizada y otra en la que es necesaria la intervención humana. Si somos capaces de desplegar inteligencia en la calle con los sensores, éstos deben ser capaces de tomar decisiones sin necesidad de intervención humana para que sean más ágiles. En este caso, regular el tráfico para que las decisiones no vengan a posteriori, cuando ya se han formado cuellos de botella de vehículos. Si puedes prever que hoy aterrizan cinco aviones en Parayas, y encima tienes la información de que empiezan a salir del aeropuerto un montón de taxis y coches privados, entonces podrás desviar el tráfico por dos o tres zonas antes de que se presente el problema.
-Habrá una 'inteligencia' centralizada que recoja la información de los sensores repartidos por la capital. Pero será el ser humano, que es el único que tiene experiencia, el que cree los parámetros para que su motor de decisión actúe de una manera u otra según la información que tenga.
- Al margen de la experimentación tecnológica, habrá también una aplicación comercial?
-De servicios. En septiembre de este año será la primera convocatoria para financiar un conjunto de experimentos que pueden ser desde los más tecnológicos a los más próximos a los servicios. Una empresa que tiene un servicio en mente, por ejemplo, y quiere validar primero su viabilidad técnica y su atractivo. Qué cosa más fácil que intentar que ese 'servicio piloto' lo despliegue en Santander en el ámbito de una ciudad inteligente.
- Qué supondría eso para, por ejemplo, una empresa de telefonía que quiere sacar al mercado un móvil nuevo?
-Pues imagine que quiere analizar el impacto de la publicidad de ese teléfono en la calle. Se cuelgan carteles en las paradas de autobús y, a través de los sensores, se detecta cuánta gente se para y lo mira. No se identifica quién lo hace, pero sí se cuantifica. Es impagable para testar la penetración de un producto o de una campaña publicitaria.
- Hay quince instituciones y empresas involucradas en el proyecto, algunas de ellas competencia en el mismo mercado, ha sido complicado ponerlas de acuerdo?
-Son competencias complementarias. Ericsson proviene del mundo de la gestión de datos. Alcatel está implicada en los servicios y en la tecnología de la imagen. Telefónica es un operador. El Alexandra Institute se centra en analizar los aspectos sociales que implica la tecnología. También están Sodercan, TTI Norte, el Ayuntamiento de Santander y varios centros de investigación europeos que se complementan en el aspecto de la seguridad. El hecho de que también tenga participación la universidad australiana de Melbourne es un hecho muy curioso. Allí protegen su barrera de coral marina con sensores adaptados para entornos acuáticos. Aquí podremos usarlos para ponerlos en el mar, en la playa, y analizar, por ejemplo, la calidad del agua.
- Cuando se habla de SmartSantander siempre se menciona el 'Internet de las cosas' o el 'Internet del futuro'. En qué consiste?
-Internet todo el mundo lo conoce hoy en día. Esa primera revolución que supuso su aparición en 1969, realmente tomó sustancia entre 1986 y 1990. Fue en esa época cuando mucha de la tecnología reservada para el ámbito militar se puso a disposición del usuario. Esa fue la gran segunda revolución. De ese batido virtuoso que son las comunicaciones móviles, el uso de dispositivos de pequeño tamaño y la herencia de ese Internet nace el 'Internet de las cosas'. Se trata de dispositivos que dan información al usuario de forma imperceptible para él. Es decir, las personas no necesitan interaccionar con ellos, sino que los dispositivos son conscientes por sí mismos de la presencia humana y del entorno.
- Es decir, que las personas no son conscientes de que participen aunque lo hagan.
-Sí serán conscientes porque tendrán que tener un teléfono móvil u otro aparato para acceder a la información. El usuario es, por así decirlo, la fuente de información analógica, y para que le llegue tiene que tener un móvil u otra cosa.
- Esto no puede ahondar en la brecha digital?
-No, todo lo contrario. El teléfono móvil tiene una penetración en España del 104%. Hemos superado a Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia. Es un éxito. Un móvil lo sabe usar hoy en día cualquier persona de cualquier edad. Es cierto que la brecha digital ha sido una realidad, pero ahora mismo es un mito. En China, por ejemplo, no se piensa cablear para llevar telefonía a las zonas rurales, se ha decidido usar móviles. Y en África, exactamente lo mismo.
- Es acorde el esfuerzo económico (8,6 millones de euros) con un proyecto de esta envergadura?
-Estamos dedicando muchísimo esfuerzo para que sea un éxito. Hay una cantidad finita de dinero y uno tiene que acomodarse al presupuesto. No cabe hacer grandes dispendios. Hay que ser realista. Pero es cierto que las convocatorias son continuas, los socios se van planteando escalas en el proyecto con más recursos y más objetivos.
- El paradigma de la ciudad inteligente está, entonces, al alcance de la mano en un horizonte de tres años...
-El primer objetivo es desplegar la estructura para que la comunidad científica de todo el mundo pueda acceder a ella y experimente. La segunda meta es el uso práctico que tendrá para el ciudadano. Ese es el virtuosismo del proyecto. Con esto sí se conseguirá hacer de la Santander una ciudad inteligente.